Es muy fácil decir que has superado a alguien cuando sus caminos ya nunca se cruzan, cuando no sabes nada de él, cuando ya ni siquiera lo ves. "Ya no siento nada por él", le aseguras a tu mejor amiga. "Ni que fuera tan importante", le contestas a tu mamá cuando te pregunta si es por él que estás tan rara. "No lo extraño, no lo necesito", le repites una y otra vez a tu reflejo en el espejo.
Y entonces, un día como cualquier otro, te lo encuentras... exactamente tres meses y once días después de que tomó tu corazón entre sus manos y lo rompió en un millón de pequeños pedazos, apretándolo hasta que viste manchas negras frente a ti y tu cara se puso azul como el mar.
Y cuando lo miras te das cuenta de que tu mayor miedo se ha convertido en realidad: no lo has superado en lo absoluto. Bastó una simple mirada para sacar todo el aire de tu pecho, para revivir cada uno de los recuerdos.
Pero tal vez en ese momento recuerdes también todo el daño que te hizo, como el estar con él no te hacía sentir feliz, sino miserable. Y así, finalmente podrás decirte a ti misma "No lo he superado y está bien. Pero algún día lo haré. Y esto ya no es lo que quiero para mí. Él ya no es la persona que quiero para mí."
— m.f. // No lo has superado y está bien
No hay comentarios:
Publicar un comentario