domingo, 24 de febrero de 2019

Algo diferente

Oye tú, 
¿cómo le has hecho para que 
mi corazón tenga tantas ganas 
de querer de nuevo?
Me sientes temblar
y tu respiración me da calor en el cuello.
Tus labios besan mi frente,
mis manos parecen adictas a tu cabello.
Estoy junto a ti, 
temerosa.
Tú estás tan cerca,
tan irreal.
Rompo el hielo de la distancia 
con un beso y tú el temor 
con caricias en mi cuerpo.
"No te vayas, hace frío",
"aunque ya sea tarde, 
quédate conmigo".
Tú me miras, 
yo sonrío.
Y el dolor se 
vuelve pequeñito.
Somos todo 
en este momento.
No pienso en nada, 
sólo en tu tiempo.
Te quiero mío, 
me quieres tuya.
Y la vida, 
por primera vez, 
parece justa.
Había olvidado lo que era 
ponerme nerviosa al leer una 
conversación desde mi celular, 
esperar con ansias que 
llegue alguien a un lugar, 
entristecerme si me dicen 
que no vendrá.
Creo que es más fácil 
recordar lo que al corazón 
le puede pasar 
cuando le tiemblan las piernas, 
cuando siente miedo de nuevo, 
cuando se comienza a preocupar.
Pero bueno, 
no quiero volver a la 
posición de no atreverme a querer 
por miedo a fracasar. 
Pero es imposible 
no sentirme un poco tonta 
al esperar algo de ti.
No sé qué vaya a pasar. 
Tal vez ni si quiera surge nada. 
Tal vez surge todo. 
Lo único que sé es que 
no quiero quedarme con la duda 
de lo que pudo ser.
Tal vez no existe tal cosa 
como el destino. 
Tal vez son simplemente 
las oportunidades que se nos dan 
y lo que hacemos con ellas. 
Estoy empezando a pensar que quizás 
los grandes y épicos romances 
no ocurren por casualidad. 
Tenemos que hacerlos 
nosotros mismos.


— m.f. // Algo diferente


No hay comentarios:

Publicar un comentario