miércoles, 27 de marzo de 2019

No te acostumbres a mí

- ¿Te puedo pedir algo?

- Sí, lo que quieras.

- No te acostumbres a mí.

- ¿Cómo? No entiendo qué quieres decir.

- Que no te acostumbres a mí, ni a mi sonrisa, ni a mis ojos, ni al largo de mis pestañas. No te acostumbres a mi perfil, ni a mis labios, ni a mis lunares, ni a mi tatuaje. No te acostumbres a mi olor, ni a mi voz, ni a mi respiración, ni a mi risa escandalosa. No te acostumbres a mis besos, ni a mis abrazos, ni a mis masajes, ni a mis caricias. No te acostumbres a mi intensidad, ni a mis berrinches, ni a mis celos. No te acostumbres a que te escuche con atención cuando me cuentas tus cosas, ni a tener que repetírmelas dos o tres veces porque a veces la distracción me gana. No te acostumbres a mis gustos raros, ni a que siempre llegue con una canción nueva. No te acostumbres a la forma en la que te miro o te dejo de mirar, ni a la forma en la que evado tu mirada cuando me haces enojar. No te acostumbres a que te llene la cara de besos, ni a que te tome de la mano mientras manejas. No te acostumbres a mis incoherencias, ni a mi sensibilidad, ni a mis cambios de humor. No te acostumbres a mi cabello despeinado, ni a mi rostro pensativo. No te acostumbres a mis preguntas existenciales, ni a mis momentos de reflexión. No te acostumbres a la conexión que tenemos, ni a molestarme, ni a que te moleste. No te acostumbras a mis silencios, ni a las veces en las que no puedo dejar de hablar. No te acostumbres al brillo de mis ojos cuando me dices que me quieres, ni a la sonrisa con la que siempre te recibo. No te acostumbres a mi sentido del humor, ni a reírte de todas las cosas que digo. No te acostumbres a verme a media película, ni a cantar junto a mí en el coche. No te acostumbres a mi pésima entonación de voz, ni a mis chistes malos, ni a mis comentarios ocurrentes. No te acostumbres a mis antojos, ni a la forma en la que bailo como niña chiquita cuando estoy de buenas. No te acostumbres a que encuentre tu mano en la oscuridad, ni a que me acurruque en tu pecho. No te acostumbres a mis consejos, ni a mis opiniones, ni a mis regaños. No te acostumbres a mis detalles, ni a mis atenciones, ni a mis palabras. No te acostumbres a mí.

- ¿Y todo esto a qué viene? ¿Por qué lo dices?

- Por nada en especial, es sólo que algún día me voy a cansar de aguantarlo todo y me voy a ir. Y vas a extrañar todas esas cosas a las que estás tan acostumbrado y que no valoras.

— m.f. // Fragmento de un libro que tal vez escriba #11 
// No te acostumbres a mí

No hay comentarios:

Publicar un comentario