viernes, 11 de diciembre de 2015

Cuando sientas que todo se te escapa de las manos

Cuando conoces a alguien que te hace sonreír al escribirte, tu mejor amiga te dice que te la lleves con calma y que no te dejes llevar por el momento, y es que ella se ha quedado más de una noche tranquilizándote por teléfono porque lo que parecía ser perfecto, ya no lo era y sentías que sin él, nada volvería a tener sentido nunca.
Cuando regresas a tu casa después de salir con él, tu mamá te ruega que no te enamores sin haberlo conocido completamente, porque se preocupa, porque no quiere ver a su niña triste, porque le gustaría evitarte todas esas malas experiencias que ella misma se ha visto obligada a vivir.
Tu papá y tus hermanos son de pocas palabras cuando de estos temas se trata, pero ellos como hombres conocen perfectamente la mentalidad de su género, ellos mismos han lastimado a una que otra y probablemente es por eso que se niegan a bajar la guardia cuando se los presentas por primera vez.
Todos ellos saben exactamente cómo eres: noble, te gusta ver el lado bueno en las personas, crees que todos tienen razones que justifican sus acciones y que las promesas son para cumplirse. Desde pequeña has tenido la idea de que algún día vas a conocer al amor de tu vida y que te va a hacer la más feliz; las peleas, las mentiras y los celos nunca han estado en el panorama. Tal vez sea porque tu papá te ha abierto la puerta desde que tienes memoria y cada vez que te veía triste te levantaba en sus hombros tan alto, pero tan alto, que se te olvidaba que podría existir maldad en este mundo.
Y sí, eres noble, eres inteligente, tienes buenos sentimientos, pero también eres terriblemente terca. Nunca escuchas a nadie, porque crees que él no haría nada para lastimarte, porque te lo juró desde el primer día. Tal vez sea porque cuando te mira con esos ojos, lo único que quieres hacer es creerle, creerle hasta el fin del mundo.
Y es que, por más que todos te digan que algo no está bien, tal vez eso es lo único que quieres en tu vida. A veces cuando te dicen que alguien no es bueno para ti, tú ya estás perdidamente enamorada de todos y cada uno de sus defectos. Y a pesar de que el mundo te grite que te estás equivocando, si él te dice que todo va a estar bien, sientes una enorme necesidad de seguirlo hasta con los ojos cerrados.
Es tan sencillo y a la vez tan complicado, que aunque te lo adviertan y te intenten proteger, simplemente no puedes evitar seguir tus instintos. Porque por más que quieran que el dolor sea un sentimiento desconocido para ti, hay cosas que tienes que vivir, hay personas que tienes que dejar entrar en tu vida para que hagan un desastre de ella y de esa forma, poder aprender por ti misma.
Si no te arriesgas, ¿cómo esperas conocer lo que hay más allá de tus horizontes? Son las experiencias que te marcan las que te hacen crecer como persona, son las decisiones difíciles las que te hacen madurar en aspectos que ni siquiera conocías, son todos esos momentos que a su tiempo parecieron intolerables los que te hacen sentir orgullosa de haber llegado a donde estás ahora.
No puedes vivir en una burbuja de felicidad y pensar que el hecho de que no te pase nada malo significa que todo está bien, que estás bien. Eso simplemente no es vida. El mundo no es negro o blanco, es de infinitas tonalidades de grises, donde si miras con los ojos correctos, puedes llegar a apreciar que el gris realmente combina con todo.
Así que sal y afronta todo lo que venga. Enamórate y desenamórate, una, dos, cien veces; equivócate, acepta tus errores y sigue adelante; conoce personas, escucha diferentes puntos de vista, quiere y déjate querer; lee ese libro sólo porque te gustó la portada, fotografía todos los momentos que valga la pena recordar y deshazte de los que no; ríe, baila, canta hasta quedarte sin voz; sal a caminar sólo porque sí, porque puedes; vive, vive como si sólo tuvieras el hoy.
Si te caes, levántate. Si te lastiman, llora, grita y maldice su nombre mil veces, pero después de secar tus lágrimas, asegúrate de no volver a sufrir por la misma razón. Construye tu camino conforme lo vas recorriendo, nunca regreses a los lugares en los que te cuesta respirar y te pesa el cuerpo. No permitas que la existencia de una persona te derrumbe, cuando millones esperarían conocer a alguien exactamente como tú. No dejes de sonreír sólo porque alguien fue lo suficientemente estúpido como para no apreciar el brillo de tus ojos. 

— m.f. // Cuando sientas que todo se te escapa de las manos,
no te aferres y déjalo ir

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