domingo, 28 de octubre de 2018

Bad timing

In three years time, 
you're standing 
at the crossroads 
when you see her. 
She's got a black 
leather bag hanging 
off one shoulder, 
and a pearly white 
ribbon around her neck. 
Her head moves along 
to a song you can't hear. 
She opens her eyes 
a little wider 
and then smiles 
and gives you a wave. 
There isn't much time 
for talking as you 
walk past each other 
and the green man 
begins to flash. 
You think her hair 
looks different, 
not the color or the style, 
but the way it frames her face. 
She doesn't look so girlish 
when she says 'hey' 
and offers you a grin.
And when she walks past, 
you can't help 
but turn and watch. 
You wonder who 
listens to her talk about 
the universe at night, 
or who carries her home 
when she's too drunk. 
Three years ago she told you 
that she loved you. 
Today you almost 
say it back.

 m.f. // Bad timing

domingo, 21 de octubre de 2018

Amores mediocres

Vivimos en una época en la que está de moda la falta de compromiso. En la que el no querer nada serio ha remplazado las pláticas por teléfono en la madrugada.
Vivimos en una época donde no se disfruta la vista. Donde todo es tan rápido que lo días de campo y las citas bajo las estrellas han perdido su encanto.
Vivimos en una época donde ya no se escuchan serenatas, enviar cartas se ha convertido en algo completamente ridículo y regalar flores es cosa del pasado.
Vivimos en una época donde ya nadie se enamora a primera vista, con callejones que ya no cuentan historias de amor.
Vivimos en una época donde las cosas se dejan ir demasiado rápido, ya nadie quiere luchar. Todos tienen una segunda opción preparada, un as bajo la manga. O mejor dicho, otra persona esperando su turno.
Vivimos en una época donde se olvida fácilmente y todos se han vuelto desechables. Tanto que la fidelidad se ha convertido en un mito, ya nadie cree en eso.
Vivimos en una época donde todos son opciones y parece que hay que ganarse un lugar. Donde se persiguen cuerpos, olvidando que las flores se llevan dentro y que lo de afuera tarde o temprano se marchita.
Vivimos en una época donde pocos se atreven a amar y a entregarse por completo. Donde parece mejor opción andar escondiendo el corazón por miedo a salir lastimados.
Vivimos en una época donde ya nadie quiere querer bonito y ya todo es algo pasajero. Los sentimientos tienen fecha de caducidad y andar con alguien dura lo mismo que un atardecer de verano. 
Vivimos en una época en la que la mediocridad es la base de las relaciones, las promesas se entregan vacías y los para siempre son cuestión de semanas o meses.
Vivimos en una época donde se asusta al amor, quitándole el derecho de hacer de la vida, algo más digerible. Qué flojera creer que el amor es eso. Ver si funciona y si no, salir corriendo. Huir cuando las cosas se ponen difíciles. En serio, qué flojera creer que el amor no es nada más es eso.
Es por eso que desde hace tiempo me gusta estar sola. Ya no me llaman la atención esos amores que inician como un gran incendio y se apagan en una semana. Ya no estoy para amores mediocres, para esos que juran quererme y luego desaparecen. Para andar aguantando pretextos de personas que no están listas o siguen amarradas a su pasado.
Entendí que el amor nunca se encuentra como en las películas románticas, que en realidad se construye poco a poco. Que las caídas destruyen, pero también fortalecen. Es simplemente cuestión de enfoque. Insisto, ya no estoy para amores mediocres. Para andar mendigando, para recibir limosnas, para conformarme con lo que sobra. No, estoy para que me quieran con todo y me vayan ganando día a día. Para sentir algo bonito de nuevo, para dejarme llevar por la marea y que no me importe donde termine revolcada.
Ya no quiero perder el tiempo con personas que juegan, que tienen una baraja de cartas bajo la manga. Ya no me siento tan miserable como para dejar que me traten como una simple opción. Ya no estoy para amores que no van a ningún lado. Porque si me van a querer, que me quieran completa, que me hagan arte.
Hace tiempo que dejé de tenerle miedo a la soledad, me cansé de terminar hecha pedazos por amores baratos y aprendí a quererme a mí misma antes que a nada.
Y es que ya no estoy para andar convenciendo. Resolví la ecuación y lo supe. En mi vida va a quedarse solamente quien quiera quedarse. Ni más, ni menos. Que se quede quien me demuestre que no le tiene miedo a mis malos ratos, a mis locuras, a mis tonterías y a mi risa escandalosa. No estoy para cambiarle la opinión a nadie, ni para andar escuchando excusas estúpidas, sonriendo y fingiendo que me las creo.
No estoy para adivinanzas, para que un día me quieran y al otro se arrepientan. Ya me cansé de estar con la incertidumbre, con las dudas taladrándome la cabeza. Ya me harté de esos amores que me hacen sentir en la cuerda floja, que unos días vienen y otros ni aparecen, que se van y regresan cada que quieren.
Ya no estoy para juegos, para sentirme incompleta, para compartir mis días con personas que me hace sentir sola. Ya no me creo las promesas vacías, las cosas a medias las dejo en las vitrinas y los amores tibios dejaron de servirse sobre mi plato.
Hace tiempo que me gusta estar sola, no es arrogancia o falta de interés. Simplemente, como dice mi mamá: debo quedarme donde me quieran, donde me busquen, donde me miren bonito, donde me hablen al oído y donde me besen la frente. Donde las horas se pasen lento y sienta que me necesitan a cada instante. Y sobre todo, buscar mucho porque soy mucho. Así que eso es lo que hago. Porque sí, llegó el día en que entendí que ya no estoy para pendejadas.
Aprendí a soltar a esos que me dejaron ir fácilmente. Decidí alejarme de esos a los que les da miedo enamorarse, los que están rotos y no quieren repararse. Porque ya todas las excusas me las sé de memoria y ya no estoy para conformarme con lo que hay. No estoy para andar viendo en dónde o con quién estoy menos mal. No tengo necesidad de comer las migajas que me avienten, porque eso, eso está de la fregada.
Sé que allá afuera hay un amor que sí me merece, que sí me desea. Que quiere quererme hoy y no dejarme para después. Yo ya no necesito de esos amores mediocres y fugaces que duran menos que un beso, que saben más a dudas que a respuestas. Que son como esos aguaceros que llegan sin aviso y de la misma forma desaparecen. No necesito que me quieran a ratos y me tengan a cuenta gotas, con la incertidumbre arruinando mi café de la mañana, pensando si estoy en el lugar correcto. 
Así que si vas a enamorarte de mí, déjate de tonterías y hazlo con todo. Enamórate de lo mejor y de lo peor, de los días buenos y de los malos. De las sonrisas y de las lágrimas, de la primavera y del invierno. Como si fuera tu primera vez, así hazlo.
Si vas a enamorarte de mí, tengo que advertirte que no me gustan los amores cobardes. Que estoy harta de excusas y de personas que piensan que el amor es algo desechable, que si algo se rompe simplemente se tira. No creas que soy exigente, pero si tienes que elegirme entre otras personas, tal vez te convenga quedarte con alguna de ellas. Sinceramente no me interesa luchar por la atención de alguien. No me lo tomes a mal, pero he llegado al punto de creer que esto del amor se siente desde el principio. Así que si no logré mover nada en ti, mejor seguimos con nuestras vidas y dejamos de forzar las cosas como dos completos idiotas. No, no estoy loca. Pero siempre he pensado que el chiste de estar con una persona es sentir que has encontrado a alguien que realmente te quiere, en este mundo tan despreciable, tan lleno de mierda. En este mundo donde ya nadie se arriesga, donde ya nadie pone de su parte, donde ya nadie manda cartas o dedica canciones sólo para provocar una sonrisa o para alegrar un corazón. Así que, por favor, si vas a venir a enamorarme, espero que vengas con las ganas hasta el cielo y los miedos por el suelo. Porque así me enseñaron a querer y así espero que me quieran.

— m.f. // No estoy para amores mediocres

domingo, 14 de octubre de 2018

El horóscopo no tenía la culpa

Creí que funcionaríamos,  
que esta vez sería diferente.  
Creí que tu destino y el mío 
se convertirían en uno mismo, 
que tendríamos el valor 
para decirnos lo que sentíamos, 
para insistir en lo que queríamos. 
Creí que nos elegiríamos cada día, 
sin forzar, 
sin atar,
sin huir.
Creí que funcionaríamos, 
pero a veces la vida no es 
nada más que un mal chiste. 
A veces simplemente 
no nos sentimos listos 
o ya estamos demasiado rotos, 
con el corazón 
a medias, 
desgastado,
distraído. 
Y es por eso que dejamos pasar 
las mejores oportunidades, 
como si se fueran a repetir 
mañana o al día siguiente.
No te estoy culpando de nada. 
Aquí no hay 
culpas, 
reclamos, 
acusaciones
Simplemente, 
ya me estaba haciendo a la idea 
de que eras la persona 
por la que me iba a dejar 
de pendejadas, 
de mediocridades, 
de cosas a medias. 
Qué lástima que no 
hayamos tenido el coraje 
de querernos, 
de olvidarnos del miedo, 
de volver a jugar a eso del amor. 
Qué lástima que no 
hayamos tenido el valor 
de apostar por nosotros, 
de confiar en nuestros corazones, 
de intentarlo juntos. 
Es una tristeza que jamás 
voy a poder escuchar 
todos tus chistes malos  
y fingir que me dan risa 
sólo para verte sonreír. 
Ni ser la que ponga de nuevo 
esa sonrisa en tu cara cuando 
sientas que nada tiene sentido. 
Es una tristeza que jamás 
voy a tener la oportunidad 
de ponerme nerviosa 
al conocer a tu familia. 
Ni de saber más de ti. 
Sí, me dijiste lo básico. 
Tu color favorito es el azul 
y la escuela nunca ha sido lo tuyo. 
Pero es que yo quería saberlo todo, 
tus miedos, 
tus sueños, 
tus pasiones. 
Siempre me dijiste que 
te costaba mucho abrirte 
con las personas 
y probablemente sea cierto. 
Pero no tenía porque serlo conmigo.  
Y es que, 
maldita sea, 
hasta el horóscopo me dijo 
que alguien especial llegaría pronto. 
Y ahora me siento tan engañada.
Ya ni siquiera sé 
si las estrellas se equivocaron 
o si nos faltó rozar 
nuestros labios un poco más,
hasta convencernos 
que podríamos ser algo, 
que podríamos serlo todo.
No sé tú. 
Pero yo me quedo 
con la ligera sensación de 
que los dos nos equivocamos. 
Y para serte sincera...
Creí que tú. 
Creí que yo. 
Creí que funcionaríamos.

— m.f. // El horóscopo no tenía la culpa

viernes, 12 de octubre de 2018

No me invites a tomar

No me invites a tomar, 
que me pongo necia, 
que me pongo sincera, 
que al tercer shot se me suelta la lengua 
y se me da por decirte que tu voz es el sonido más bonito que he escuchado. 
Que soy fan #1 de tu risa escandalosa, 
que me encanta como se te entrecierran los ojos cada que sonríes
y que le he estado rezando a no sé cuántos dioses 
para ver si se me hace el milagro de algún día ser yo la razón de esa sonrisa.
No me invites a tomar, 
que se me sale decirte que me gusta hasta la forma en la que parpadeas, 
que se me olvida que existe maldad alguna en el mundo cuando estoy contigo 
que la idea de contar tus lunares me endulza el café por la mañana. 
Que tengo un montón de cartas escritas a tu nombre, 
que en tu espalda deben verse bien los amaneceres 
y que tienes el corazón más bonito que he conocido. 
No me invites a tomar, 
que al quinto shot te acuso 
de amarre,
de toloache,
de brujería  
y de todo lo que me sirva para justificar que he perdido la razón desde que te vi. 
Y al décimo, 
mi vida, 
al décimo shot probablemente me llene de valor 
y te confiese todo eso que gritan mis ojos cuando te ven.

— m.f. // No me invites a tomar

domingo, 7 de octubre de 2018

Enamorarte de la persona correcta

El problema no es enamorarte, no hay nada de malo en eso. El problema es que lo haces sin querer, sin amor, sin compromiso, sin fidelidad, sin honestidad, sin ese brillo en los ojos que te delata. El problema es que no quieres volver a hacerlo, eres del grupo de los resentidos, de los que se vuelven unos completos cobardes. 
El problema es que vas desesperado, confundiendo cuerpos son sentimientos, apostándole a la razón lo que es del corazón. El problema es que no entiendes que el amor no es nada más que un juego de niños, de inocencia, de risas, de abrazos, de besos en la frente y de sonrisas inesperadas. 
El problema es que malbaratas tus ilusiones, vas por ahí dando besos que te saben a nada, visitando lugares que te dejan más vacío, más sucio, más escéptico. El problema es que vives con una indiferencia acumulada hacia el destino, que eso de las almas gemelas te suena cada vez más a una mentira y piensas que darlo todo por alguien y terminar con el corazón roto es la peor idea del mundo
El problema es que te acostumbras a las sobras, a las mediocridades, a las cosas a medias. El problema es que la idea del romance se ha trastornado tanto en tu cabeza, que te sientes afortunado de que te contesten rápido los mensajes. Te emociona el hecho de tener la atención de esa persona, cuando así debería ser en primer lugar. El problema es que aceptas menos amor del que mereces y te desvaloras. Te pones en oferta y colocas una venda en tus ojos, diciéndote que es peor estar solo. 
El problema es que le tienes tanto miedo a esa soledad, que aceptas compañía en lugar de cariño, desarrollando una codependencia y aferrándote a la persona equivocada. Esa que te hace sentir demasiado poco y que no tiene tiempo para ti. Esa que te llena de pretextos estúpidos y que te da largas. Esa que no te da prioridad y que dice que no le alcanza el tiempo o que la distancia es demasiado larga. 
El problema es que no entiendes que eso de pedir las cosas nunca funciona, porque quien quiere, forma parte de tu vida. Y quien no, pone un millón de obstáculos y malas excusas para no hacerlo. El problema es que no entiendes que nunca es el momento indicado para quien no quiere. Para quien no se siente completamente listo. Para quien no está dispuesto a creer que eres tú. Para quien no deja de voltear a ver su pasado. El problema es que te gusta estar en ese lugar donde no te valoran. Donde no te dejan crecer. Donde no floreces. 
El problema es que te falta paciencia, te falta valorarte, te falta conocerte. Antes de ofrecer tus sentimientos al mejor postor, debes aprender a estar solo, a mandar a volar todo eso que no te aporta. Aprender a conquistarte a ti mismo, antes de que alguien más lo haga. El problema es que te falta quererte, por eso es que andas por ahí buscando amor con los ojos vendados. 
Y para colmo, ni siquiera sabes cómo te gusta que te quieran. Por eso terminas aceptando cualquier cosa, pretendiendo que eso te hace feliz, fingiendo que eso te llenaComo si la vida se tratara de andarte conformando. Como si no hubiera alguien ahí afuera esperando encontrarte y verte como ese arte que eres. Porque sí, déjame decirte que la persona correcta te va a ver arte hasta detrás de las orejas. 
El problema es que te han hecho tanto daño que ya no confías, que crees que todos van a lastimarte, que ya nadie llega con buenas intenciones. El problema es que te cierras. Le cierras la puerta a la oportunidad, a la sorpresa, al amor. Y dejas que la amargura te arruine. 
El problema es que crees que ya nadie puede dejarlo todo sobre la mesa, que ya nadie se vuelve loco, que ya nadie está dispuesto a lo que sea con tal de sacarle brillo a tu sonrisa. El problema es que le haces caso a todas esas personas que dicen que no vale la pena, que terminarás solo, que eso del amor es una causa perdida, que ya nadie se toma en serio las cosas. 
No permitas que te vean la cara diciendo que eres muy exigente, que te vas a quedar solo. No te pongas en oferta. Si hay que pedir las cosas, entonces no tiene sentido. Si tienes que convencer las ganas del otro, entonces te estás engañando. Y es que, ese incomparable sentimiento de alguien queriendo aferrarse a tu vida con todas sus fuerzas, nunca debe acabarse. Y eso, esa maldita, dulce y bella sensación, de eso se trata todo esto.
¿Buscas un amor bonito como los de antes? Primero ofrécelo tú. Date lecciones de autoestima, grábate en la memoria que no estás para mediocridades, que eres un milagro y mereces que te vean como tal. Así que deja de entercarte con esos lugares donde no floreces y con esas personas que no te valoran. 
Empieza de nuevo, toma un camino diferente. No tengas miedo. Sé que te han hecho daño más de una vez. Pero debes seguir intentando, reconstruyéndote, llenándote de valor para confiar una vez más con los ojos cerrados. Y es que así es esto, intentar y fallar, volar y caer, querer y olvidar, sonreír y llorar, agarrar y soltar. Las bienvenidas también deben incluir despedidas y eso debería estar claro. 
Los corazones rotos siempre terminan sanando. Y es preferible hacerte el valiente y volver a enamorarte, aunque eso implique acabar hecho pedazos una vez más. Porque la posibilidad de encontrar a la persona correcta, sin duda alguna vale la pena. 
Te voy a contar un secreto sobre estar con la persona correcta. Y aunque no lo creas, no es tan complicado como parece. Lo importante es prestarle atención a los detalles, porque es ahí donde está toda la magia. 
Sabes que estás con la persona correcta cuando te duele la panza de tanto reír. Cuando te llena de cumplidos y frases cursis. Y por primera vez en tu vida, te lo crees. Cuando los miedos y las inseguridades se desvanecen. Cuando te ves más atractivo en el espejo y hasta te llegas a desconocer. Cuando sin darte cuenta, traes una sonrisa de oreja a oreja y tus amigos te molestan por eso. 
Sabes que estás con la persona correcta cuando te vacías los pretextos y no opones resistencia alguna. Cuando te dejas ir como gorda en tobogán o como niño chiquito persiguiendo palomas en un parque. Cuando no le das tantas vueltas al asunto, sólo quieres y te dejas querer. Cuando te enfermas de felicidad y no puedes dejar de sentir que estás en el lugar indicado.
Sabes que estás con la persona correcta cuando sientes un hormigueo por todo el cuerpo y te das cuenta que las mariposas en el estómago se quedan cortas. Cuando te sientes motivado a levantarte cada día y tu familia te pregunta por qué andas tan contento últimamente. Cuando quieres intentarlo con todas tus fuerzas y que las cosas salgan bien. Cuando se te olvida ese pasado que tanto te agobiaba y no dejas de pensar a futuro. 
Es ahí donde te das cuenta, que has encontrado a alguien que vale la pena. Es así de bonito como debe sentirse, sin forzar nada, sin pedir nada. Así que ojalá dejes de conformarte con migajas y el Universo te cierre la boca, mandándote exactamente lo que mereces.

— m.f. // Enamorarte de la persona correcta

lunes, 1 de octubre de 2018

20 things I learned at 20

  1. Wherever you are, be all there.
  2. Everything happens for a reason.
  3. Take risks. It's only scary before it happens.
  4. Life gets busy but always make time for school.
  5. If you lost value in a friendship, it's okay to let it go.
  6. You're first. Your first love should always be yourself.
  7. Be kind, but don't put up with anyone's shit. You're allowed to say no.
  8. Sometimes you meet people who you will love forever, but it's just difficult.
  9. The person you love can either be the source of your happiness or your pain.
  10. People can always surprise you. Both in the best way possible and the worst.
  11. Your life improves when you find beauty in things that are supposed to have none.
  12. If you're asking for the same treatment that you offer, you're not asking for too much.
  13. People are placed in your life for a reason. And if they leave, there's a reason for that too.
  14. You're a problematic person. You're crueler than you think. The earlier you learn that, the better of a person you can strive to be.
  15. Choose friends and lovers who will be honest with you no matter how painful the truth may be. A cold truth is always better than a pleasant lie.
  16. If your beliefs are never challenged your faith will never grow. Spiritual low points and doubts can be the start of growth, depth and renewal. 
  17. Be grateful for your weaknesses and they will become your strengths. Aspire to trust yourself so deeply that no one's manipulations can ever make you second-guess yourself.
  18. Don't wait. Don't say you'll be happy when you lose the weight or when you get a good grade. You'll always be able to find something to put off your happiness, stop looking for it.
  19. Don't rely on others for happiness or to complete you. You have to be whole on your own. Also, learn the difference between liking the attention someone gives you and actually liking them.
  20. People will leave out of nowhere. Not because you lied to them or they changed. Just simply because that's how life is. The more you grow up, the less people you'll have in your life. Everyone has its own path to take. Let it be.
— m.f. // 20 things I learned at 20