—El café se está enfriando— volvió a decir, esperando obtener un resultado diferente esta vez, pero la respuesta fue la misma. Silencio. Dejó la taza sobre la mesa de la cocina y se dirigió hacia su habitación, que en estos últimos meses se había convertido en la de él, también. Cuando llegó, lo buscó por todos lados, pero no estaba ahí, era como si se lo hubiera tragado la tierra. De repente sintió un escalofrío recorriendo todo su cuerpo y se dio cuenta de que algo no estaba bien. Alcanzó a ver un sobre encima de su almohada y se acercó a leerlo: «Para mi niña», pudo ver en la parte de atrás. Era una carta suya. En ese momento todas sus fuerzas habían desaparecido. Tenía el presentimiento de que todo lo que estaba a punto de leer la iba a lastimar. Y no quería, no podía abrir el sobre y aceptar que las palabras que estaban escritas en esa hoja de papel, serían las últimas que él le dedicaría. Tranquila, se dijo a sí misma, tratando de convencerse de que todo iba a estar bien, pero era absurdo, no podía engañarse. Sabía que en el momento en que leyera la carta, todo cambiaría para siempre, y algo en ella no volvería a ser igual. Armándose de valor, empezó a abrir el sobre, hasta que finalmente sacó la hoja que estaba adentro, tomó un poco de aire para después soltarlo en un largo suspiro, y comenzó a leer.
Me voy. Sabía que algún día tendríamos que decirnos adiós, pero no pensé que fuera tan pronto. Pienso que ha llegado el momento de que cada uno de los dos siga con su camino. No quiero que te eches la culpa, que creas que me voy por ti o pienses que no me has hecho lo suficientemente feliz. No es nada de eso. Simplemente siento que todo en esta vida es un ciclo y que lo nuestro ha llegado a su final, que hace algún tiempo dejó de haber un 'nosotros', para convertirse en un 'tú y yo'. No olvides que aunque yo ya no esté a tu lado, una parte tuya ha marcado para siempre mi corazón. Y recuerda que desde el principio te he querido profundamente. Hasta siempre mi niña.
No podía mantenerse de pie, así que acabó recargándose en el borde de la cama. Trataba de encontrar alguna manera de sostener todas las lágrimas que intentaban salir, ¿pero acaso un huracán se detiene, o por el contrario, arrasa con todo a su paso? Por primera vez sintió que su corazón se rompía, se hacía pedazos y no tenía ni idea de cómo repararlo. Y sabía que aunque cerrara los ojos con todas sus fuerzas, cuando los abriera él no estaría ahí, quería que todo fuera un sueño, aún quedaba un poco de esperanza en ella que le decía que nada de esto era real. Pero sabía perfectamente que lo era. Que él ya había tomado su camino, y que ella no formaba parte de él. Que lo único que le tocaba era seguir adelante, sin él,
extrañando: sus tonterías,
todas esas llamadas inesperadas que la dejaban sin aliento,
escuchar un «te quiero» suyo antes de irse a dormir,
sus abrazos en las noches de invierno,
el aroma a café recién hecho un domingo por la mañana…
Y entonces se dio cuenta de que todo eso que tuvo con él, jamás iba a volver a tenerlo.
espero con ansias que algun dia te animes a escribir ese libro del que hablas! eres muy talentosa saludos
ResponderEliminarEstoy enamorada de todo lo que escribes!
ResponderEliminarQue bueno que ya hayas activado los comentarios Marianita, mucho éxito en todo lo que hagas y sigue así!
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