Ella lucha día a día por brillar y llenar de luz aquellos rincones donde ve oscuridad. Comparte contigo su luz y dónde está ella siempre hay amor, honestidad y compasión. Ella hace de este mundo un lugar mejor y de ti una mejor persona. Es capaz de iluminar hasta los rincones más oscuros de tu alma. La llama que enciende sus pasiones siempre tiene sed; sed de conversaciones profundas, pláticas interesantes, discusiones calurosas y cuestionamientos que la hagan pensar, sumergirse en los misterios de este mundo tan absurdo y esta vida tan valiosa y a la vez tan injusta. Ella no conoce el riesgo de exponerse, de entregarlo todo, incluso lo oscuro; porque cuando se trata de ella, la oscuridad ilumina más que los mismos rayos de Sol. Ella no cree en el orgullo, sólo cree en el fuego que arde en su pecho, sólo cree en tu mirada y en todo lo que ésta es capaz de ocasionar en su interior. Ella se pasa noches en vela escribiendo sobre cómo se le eriza la piel, cada vez que tú sonríes; toda la madrugada prendiendo y apagando la luz, porque las ideas le llegan como estrellas fugaces. Ella hace que veas la vida desde otra perspectiva, porque es capaz de encontrar la belleza en las cosas simples y la tristeza en los ojos de las personas. Ella quiere que la ames, que la ames como es; con sus sueños y sus miedos, su luz y su oscuridad, sus días alegres y sus días de dolor.
Ella quiere que creas en ella, que creas en su capacidad de amarte, de llevarte por el camino para que encuentres tu propio significado de lo que es la vida. Ella siempre regresará, siempre preguntará, siempre querrá estar segura de que en verdad ya no queda ningún rastro de su luz en tu mirada, antes de marcharse de tu vida. Ella esperará afuera de tu puerta, sin cansarse, hasta que llegue el día en que, como el mismo Fénix, se consuma en las llamas de su propia pasión, para luego resurgir de sus cenizas, lista para volar a otro cielo.
— m.f. // Luces y sombras
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