De pequeña me enseñaron a bañarme, a limpiarme las orejas, a lavarme la boca, a desinfectar mis heridas y a lavarme las manos. Con el tiempo comenzó a parecer muy sencillo, se me hizo un hábito. Pero, ¿qué pasa cuando querer a alguien se convierte en un hábito? ¿por qué nadie me enseñó a curar un corazón roto? ¿por qué nadie me advirtió que a veces la persona que menos esperas que te lastime es la que tiene el arma en mano? Me gustaría que las cosas fueran fáciles cuando se trata de ti. Me gustaría poder sacarte de mi cuerpo y de mi mente, desintoxicarme de ti.
¿Cómo te saco de mi corazón? Nadie ha creado un desinfectante para las heridas de éste, pero más les vale que lo hayan hecho cuando mi hija tenga 16 años y experimente esto. Pero el día de hoy no sé cómo arrancar tu nombre de él, no sé cómo desvanecer el rastro que dejaste, y definitivamente no tengo ni idea de cómo evitar esas sacudidas entre latidos cuando escucho de ti.
¿Cómo te saco de mi corazón? Nadie ha creado un desinfectante para las heridas de éste, pero más les vale que lo hayan hecho cuando mi hija tenga 16 años y experimente esto. Pero el día de hoy no sé cómo arrancar tu nombre de él, no sé cómo desvanecer el rastro que dejaste, y definitivamente no tengo ni idea de cómo evitar esas sacudidas entre latidos cuando escucho de ti.
¿Cómo te exhalo de mis pulmones? No se ha inventado algún artefacto que los purifique por completo. Aunque leí en algún artículo que con el tiempo llegan a estar mejor, nunca vuelven a ser perfectos. Espero que pase lo mismo con mi vida sin ti, que en algún momento me sienta mejor. Siempre me pregunté si al besar a un fumador me estaba haciendo daño a mí también, no creo que haya sido el cigarro, pero definitivamente salí lastimada. Lo único que sé es que ahora no respiro nada más que las flores que me diste, marchitas, al igual que nuestro amor.
¿Cómo te escurro de mis manos? No importa cuántas veces me las lave al día, simplemente no existe cantidad de jabón que me quite la sensación de tus dedos entrelazados en los míos, jugando de un lado al otro, mientras cantas una canción que no conozco. Creo que nunca conocí muchas partes de ti. Todavía puedo percibir el sudor de tu palma en la mía y se sigue sintiendo igual de incómodo que la primera vez. Y a todo esto, nunca me importó, con tal de sentirte cerca.
¿Cómo te expulso de mis ojos? No importa cuántas gotas de manzanilla me eche, lo único que veo es tu recuerdo. Veo tu sonrisa de oreja a oreja cuando te dije que te quería por primera vez. Veo tus ojos evadiéndome cuando lo único que necesitaba era una mirada que me hiciera cambiar de parecer. Eres como esa pestaña intrusa dentro de mi ojo, que a pesar de las molestias y de todas las lágrimas, por alguna extraña razón no me atrevo sacar. Tal vez sea porque el ardor hace que mis ojos se vean un poco verdes. Tal vez sea porque el verde era tu color favorito.
¿Cómo te saco de mis oídos? No puedo dejar de escuchar tu risa, tu risa nerviosa, tu risa fingida, tu risa vergonzosa, tu risa borracha... Nunca pensé que alguien pudiera tener tantos tipos diferentes de risa y nunca llegué a saber cuál era la verdadera, pero espero que haya sido esa entre besos. Me gustaría quedarme sólo con esa parte de ti, en lugar de repetir una y otra vez en mi mente las promesas que no cumpliste... Y es que, sonaban tan bien saliendo de tu boca que podría jurar que hubieran engañado hasta al detector de mentiras. Debí haberle puesto más atención a tus cambios de voz.
¿Cómo te exfolio de mis labios? Después de lavarme la boca, me sigue sabiendo a ti. Ese sabor tan peculiar a cigarros mentolados, té chai y algo más... Nunca supe que era ese algo más, pero creo que era lo que los hacía tan adictivos, es la mejor palabra que se me ocurre para describirlos. Ahora simplemente me dedico a besar desconocidos, cuyos nombres no recordaré al día siguiente. Pero, ¿qué más da? Lo único que quiero es quitarme de la boca tu sabor. Pero, francamente, al final del día al único que quiero es a ti.
¿Cómo te saco de mí? ¿Cómo? Si ahora formas parte de mi persona y por lo tanto decirte adiós sería como dejar morir una parte de mí y no sé si esté lista aún para vivir incompleta. Aunque, creo que antes de ti nunca me sentí completa en lo absoluto. Me parece tan injusto que alguien pueda aparecer y darle sentido a tu vida, y un día irse sin pensarlo dos veces, llevándose todo ese progreso con él. Siempre me dijiste que el que no lucha, no gana. Así que supongo que tengo que intentar. Supongo que tengo que tratar de dejarte ir. Supongo que tengo que empezar a curar las heridas. Despacio, para que no duela, y con mucha, mucha anestesia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario