No tenía ninguna intención de enamorarme. Es más, yo ni siquiera creía en el amor. Pero entonces te vi. Y no pude dejar de mirarte. Me sonreíste y carajo, caí a tus pies. No sé exactamente en qué momento fue, pero me enamoré perdidamente de ti. De cada parte de ti. Y es que todo pasó tan rápido entre nosotros, que desde el primer día yo ya te consideraba parte de mi vida.
Todavía recuerdo que no podías dejar de reírte al verme empapándome en ese aguacero. Y es que, ¿quién tiene la maldita mala suerte de que llueva así de fuerte en su primera cita? Sólo nosotros, sólo nosotros. Y cómo olvidar la concentración con la que intentabas conseguir justo el peluche que quería en esa máquina. Mi vida, no entiendo por qué creíste que debías impresionarme, yo ya era completamente tuya.
Me acuerdo también de todas esas veces que llegaste a mi casa con una flor, sólo porque era martes. Y las sonrisas que sólo tú eras capaz de provocar en mí. Me acostumbré a los pequeños detalles. Como que me abrieras la puerta del coche, que me preguntaras si ya había comido y me regañaras cuando te decía que no tenía hambre.
Me encantaba cómo recordabas las cosas insignificantes que te contaba, aunque la memoria no era tu fuerte. Amaba la forma en la que me mirabas fijamente cuando sonreía, a media película, cuando el semáforo estaba en rojo y me hacía la dormida. Sentir tu mano sobre mi pierna, todavía no he conocido nada que se le compare. Me encantaba hasta la forma en que decías mi nombre y que sonara tan extraño, porque siempre me llenabas de apodos bonitos.
Y es que, parecía que éramos dos partes de la misma cosa. Tú mano encajaba con la mía como si estuvieran hechas para estar juntas, a pesar de la diferencia de tamaño. Mi cabeza se acomodaba perfectamente en tu pecho. Y el simple hecho de estar contigo se sentía bien. Tan bien. En pocas palabras, tú podías hacer que el infierno se sintiera como el paraíso. Y vaya que lo hacías.
Quiero que sepas que si me dieran a elegir, lo volvería a hacer todo de nuevo. Te elegiría a ti otra vez. Me enamoraría de ti otra vez. Sin importar el final. Sin importar cómo terminamos. Elegiría hasta la forma en la que te enojabas de más y cómo me molestabas sin parar.
Entre todos nuestros errores, te escribo esto en una época donde pueda encontrarte. Antes de las lágrimas, antes de las peleas, antes de todo lo que nos separó, antes de las malas decisiones. Cuando nuestra historia era antes que nosotros. Antes de que todo esto estuviera en pasado.
A veces todavía me pregunto qué hicimos mal. Intento revivir los últimos días que pasé contigo, buscando el momento exacto en el que nos perdimos. Pero simplemente no lo encuentro, no sé cuándo fue. Lo único que sé es que jamás olvidaré cómo me hiciste sentir como si fuera todo y cómo me hiciste sentir como si no fuera nada. Cómo estabas ahí pero yo no te sentía a mi lado. Cómo creímos que lo teníamos todo donde tal vez nunca hubo nada.
Probablemente seguiré escribiendo sobre ti. Todos me dicen que mis palabras son perfectas, no sé por qué. Tal vez porque son sobre ti. De todo lo que he conocido, tú eres lo más cercano a la perfección.
Pero lo que nadie sabe, lo que tú no sabes, es que me pongo a pensar en todo lo que está pasando y lo único que siento es impotencia, rabia y frustración. Porque escribo todo esto y no se acerca ni un poco a lo que en realidad siento.
Si las acciones pudieran traducirse a palabras, me escribiría a mí gritando como loca en el coche porque están pasando nuestra canción. Me escribiría a mí sentada en la regadera con el agua quemándome la piel, mientras sigo tratando de encontrar el momento exacto en el que lo perdimos todo. Luego me escribiría cerrando la llave en total decepción, porque por fin me he dado cuenta de que tal vez nunca nos tuvimos. Escribiría cómo mis ojos se cansan de mirar el techo a las 3 de la madrugada, extrañando tu voz, tu risa, tus consejos, tus chistes malos. Estar despierta a esa hora sólo era divertido cuando estabas conmigo. Ya ni siquiera sé cómo terminar esto. No existe ninguna forma poética para decir que la cagué, que te lastimé y que no me puedo perdonar.
— m.f. // No me perdono