viernes, 1 de septiembre de 2017

Tarde lluviosa

Cada vez que llueve y veo las gotas recorrer la ventana, me llega un sentimiento que me regresa a aquella época.
Recuerdo esperar con ansias a que llegara la noche, porque sabía que eso significaba quedarme toda la madrugada platicando contigo. Los temas de conversación iban desde anécdotas de nuestra infancia, como la vez que te descalabraste por estar dando vueltas en tu cuarto o cuando me perdí en un zoológico y mi mamá pensó que me había devorado un león, hasta creencias y teorías sobre la vida, como el por qué jurabas que la resurrección existía y por qué yo pensaba que sólo teníamos esta vida para dar lo mejor de nosotros. 
Hablar contigo era mi parte favorita del día.
No pasó mucho tiempo para que esas platicas nocturnas comenzaran a parecer poco. Recuerdo tu seguridad al decirme "paso por ti el viernes y vamos por un café", sin preguntas, sin vueltas, sin dudas... sabías justo lo que querías. También recuerdo pensar que nunca había conocido a un hombre tan seguro de sí mismo y lo atraída que me sentí hacia ti en ese momento. 
No lo dudé ni por un segundo, cada parte de mí quería tenerte de frente y darle una razón a todo esto que estaba sintiendo... por primera vez en mi vida, sabía justo lo que quería.
Cada vez que llueve y veo las gotas recorrer la ventana, me llega un sentimiento que me regresa a aquel día... el día que tanto habíamos esperado. Era una tarde lluviosa, o más bien, tormentosa, porque nunca había visto caer tanta agua de las nubes.
Recuerdo que te perdiste para llegar a mi casa y que tuve que salir en plena tormenta para que me vieras. Te estacionaste justo enfrente de un charco que claramente no había visto y pisé antes de subirme a tu coche. 
Mis pies estaban empapados, el frío comenzaba a recorrer todo mi cuerpo y me sentía completamente incómoda... esta era la primera impresión que había causado en ti, no lo podía creer. 
Te miré con la cara completamente roja de vergüenza y me di cuenta que tú estabas el triple de rojo que yo, intentando aguantarte la risa. Y fue ahí, cuando nuestras miradas se cruzaron, que los dos nos empezamos a reír descontroladamente... porque vaya forma de comenzar una primera cita.
Fue en ese momento, en ese momento lleno de risas, incomodidad, frío y truenos que mi corazón sonrió y dijo "es él".
Y no se equivocó, porque después de tanto tiempo, te sigo amando con la misma intensidad que en esa tarde de lluvia.

— m.f. // Tarde lluviosa

No hay comentarios:

Publicar un comentario