Te he dicho hasta el cansancio,
lo mucho que tus ojos me gustan.
Te he repetido una y otra vez,
que nunca había conocido una tonalidad
tan bella,
tan exquisita,
tan perfecta.
Pero creo que nunca he encontrado
las palabras exactas para explicarte
por qué es que me encanta perderme en ellos.
Tal vez sea porque es el único lugar
en donde verdaderamente me encuentro.
Francamente, no creo que existan palabras
para definir lo que siento
cada vez que me miras.
Si las acciones pudieran traducirse a palabras,
me escribiría a mí,
sonriendo como una tonta
al ver mi reflejo en tus ojos.
Me escribiría a mí,
intentando encontrar tus ojos,
cuando el orgullo te nubla
esas ganas de mirarme.
Me escribiría a mí,
analizando el color de tus pupilas,
cuando me hablas de algún tema sin sentido.
Me escribiría a mí,
intentando descifrar la contraseña
de esa bóveda que almacena
todo lo que has vivido,
lo que has admirado
o deseado no ver,
lo que has aprendido
y a lo que has temido,
tus experiencias,
tus sueños,
tus pasiones,
todo eso que has llegado a conocer
y está guardado por ahí.
Me escribiría a mí,
sonriendo a la nada,
porque por fin he comprendido,
que de todo eso que has conocido,
me elegiste a mí,
a mí.
— m.f. // Tus ojos
No hay comentarios:
Publicar un comentario