Te asomas por la ventana de tu cuarto. El cielo es azul. Recuerdas que en la escuela te
explicaron que los colores son ondas de luz, y a esa onda en específico se le llama azul y de
ese color es el cielo. Eso ya lo sabes perfectamente, pero al mismo tiempo no estás segura de
nada, nada parece tener sentido. Sientes que el cielo se cae a pedazos.
Hoy te vas a levantar de la cama. Dentro de una hora. Tal vez dos. Mejor mañana.
Tienes que levantarte de la cama hoy. Debes bañarte y comer. Necesitas hacer algo
productivo y dejar de pensar en él. Te quedas dormida. La comida puede esperar. Una parte
de ti desea que al despertar todo vuelva a ser como era antes.
¿Siempre ha hecho tanto frío por las mañanas? Necesitas más cobijas. Tal vez su sudadera ya
no te calienta como antes. No quieres lavarla porque te da miedo que su aroma desaparezca.
La marca de cuando te quemó por accidente con su cigarro desapareció. Te quedas mirándote
en el espejo como una hora, intentando encontrar el mínimo rastro de él.
Recuerdas que hace tiempo podías entender lo que te decían los demás y ponerles atención.
Ahora ya no. Todo el mundo sabe que no puedes mantener una conversación cuando estás
Siempre compartían el café. Esta mañana te lo tomaste sólo tú. Te duele todo. Tal vez la
cafeína nunca fue lo tuyo.
Tu mamá te dice que tal vez deberías guardar todas sus cosas en una caja. Ella no entiende
que ni siquiera te puedes imaginar teniéndolas entre tus manos otra vez.
Borras su conversación. No te sientes mejor. Tal vez no exista nada en este mundo que te
haga sentir bien. Te gustaría poder eliminar también todo lo que estás sintiendo.
Te ríes. Probablemente sea uno de los peores chistes que has escuchado en tu vida, pero te
ríes de todas formas, y sientes que empiezas a sanar por dentro.
Lloras hasta quedarte dormida. Imaginártelo con otra se siente como si te faltara el aire y se te saliera el corazón.
Pasas por esa cafetería y recuerdas que te encantaba comer pastel de zanahoria ahí todos los
domingos. O tal vez lo que te gustaba era la forma en la que a él lo volvía loco. Te sigues de
frente y compras un helado en el local de junto.
Los boletos del concierto llegan a tu casa. Ya habías empezado a olvidar todos los planes que tenían juntos. Los tiras a la basura sin pensarlo dos veces.
Encuentras en tu celular un vídeo de él cantando en el coche. Lo borras antes de que termine. No eres
capaz de recordar cómo sonaba su voz al decir tu nombre.
Pones sus cosas en la caja. No todas. No las fotos. Te das cuenta de que tus lágrimas se han
vuelto menos saladas durante las últimas cinco semanas. Eso debe significar algo bueno, ¿no?
Tu mamá cambia tus sábanas. No se sienten igual. Nunca te han gustado los cambios. No
puedes dormir. Te preguntas si él estará despierto también. Decides escribirle. Borras la
conversación antes de ver su respuesta.
Lo ves de lejos. Respiras profundo. El mundo no se derrumba como creías.
Hay algo diferente en los rayos del sol de esta mañana. Te sientes bien.
Extrañas comer pastel de zanahoria.
Pones las fotos en la caja sin siquiera mirarlas.
Te lo encuentras y va de la mano con otra. Te les quedas viendo. No puedes mirar hacia otro
lado. Decides emborracharte hasta que todo a tu alrededor empieza a dar vueltas. Recuerdas
que él era capaz de mover tu mundo con tan sólo tocarte.
Amaneces tirada en tu baño con todo el maquillaje corrido. No puedes seguir haciendo esto.
Ya no te duele pronunciar su nombre.
Besas a un desconocido con ojos verdes, como los de él. Lloras después.
El desconocido con ojos verdes tiene nombre y hace que tu corazón se acelere cuando lo
El sol brilla. Detrás de todas esas nubes. No lo puedes ver, pero una parte de ti lo sabe.
Abres la caja y miras las fotos. Sientes un tipo de dolor que nunca habías experimentado.
Pero muy en el fondo, sabes que lo peor ya ha terminado.
El desconocido con ojos verdes vuelve a ser un desconocido. Estás bien. No duermes durante
toda la noche pensando en qué pudiste haber hecho mal. Estás bien.
Ordenas un café y una rebanada de pastel de zanahoria. Lees un libro bajo la ventana de tu
nueva cafetería favorita. Estás sola, pero te sientes bien. Estás aprendiendo a amar a la
persona en la que te has convertido.
— m.f. // Nuevo comienzo