viernes, 1 de abril de 2016

Coincidencias

Estás en una fiesta a la que ni siquiera querías ir en primer lugar, pero de cierta manera tus amigas lograron convencerte para que salieras de tu casa; han intentado de todo para que vuelvas a ser la misma de antes. Pero algo dentro de ti ha cambiado y lo sabes; tal vez es que simplemente has madurado y ya no te encantan ese tipo de planes, o muy probablemente, es que tienes miedo de encontrarte con él, porque desde que terminaron nada en tu vida tiene sentido, sientes que todo está mal y obviamente no quieres que al mirarte se de cuenta de lo perdida que estás. A pesar de este enorme miedo, te llega el presentimiento de que tienes que estar en ese lugar, en ese momento; así que te ríes y pretendes que todo está bien, mínimo durante esta noche. Ni siquiera recuerdas cuándo fue la última vez que tomaste, así que decides volver a hacerlo, total ya no tienes a nadie que esté ahí vigilando cada cosa que haces; empiezas a tomar hasta que todo a tu alrededor se ve completamente borroso, y entre todas esas figuras distorsionadas y rostros indiferentes, logras distinguir una cara perfectamente delineada. Tu mirada se cruza con la de este completo desconocido y tus ojos intentan enfocar los suyos con un esfuerzo que no habías tenido desde hace varios meses; te sonríe y sientes que el mundo a tu alrededor gira más rápido que antes, sientes que flotas, después de tanto tiempo de estar vacía, sientes. Se miran durante una eternidad, que probablemente si estuvieras en tus cinco sentidos no sería más que unos cuantos segundos, pero parece que el tiempo se detiene en ese momento y tienes una necesidad incontrolable de ir hacia él y hablarle, una necesidad de conocerlo, una necesidad de saber quién es este extraño al otro lado del pasillo. Así que después de analizar todas las posibilidades, decides tomar la iniciativa y presentarte; al escucharlo hablar, no puedes dejar de pensar que su voz queda perfectamente con su cara y lo miras con demasiado detenimiento, al darte cuenta, ruegas que no haya notado tu ligera obsesión con el largo de sus pestañas. Evidentemente él se percata del estado en el que te encuentras y se ríe, diciéndote que el alcohol no es un buen remedio para curar las heridas del corazón, que lo dice por experiencia; en tu cabeza sólo se repite la palabra 'corazón' y empiezas a sentir el tuyo palpitar tan fuerte, que crees que en cualquier momento se va a salir y te preguntas si él será capaz de escuchar lo que provoca dentro de tu cuerpo, y probablemente lo esté sospechando, hay algo en su sonrisa que te lo susurra. Lo escuchas reír, y de repente, es como si todas las personas a su alrededor se convirtieran en estrellas y sólo estuvieran ustedes dos para contarlas una por una; comienzan a hablar así del universo, de los sueños, de la vida en general, y te das cuenta que podrías platicar meses sin parar con esta persona y que tiene tanto que decir, tanto que aportar, tanto que quieres saber de él. Y entonces esa risa que minutos antes no era nada más que una farsa, comienza a volverse algo genuino y todo ese dolor que estabas experimentando, empieza a quedarse sin espacio para estar. Y por primera vez en mucho tiempo, en ese específico momento sientes que realmente puedes volver a ser feliz.

— m.f. // Coincidencias

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