domingo, 24 de enero de 2016

Me desenamoré de ti

Al principio cuando pasaban nuestra canción, 
la quitaba antes de que llegara al coro.
Ni siquiera me pasaba por la cabeza, 
el poder escucharla.
Hace unas semanas la pusieron en una fiesta
y después de haberla quitado durante meses,
la canté con todas mis fuerzas
y la bauticé como mía. 
El otro día pasaron una de las películas que vimos,
en la que te quedaste dormido.
Me di cuenta de cosas 
que no había notado la primera vez,
como que en realidad no es una película de amor.
Supongo que estaba tan ocupada 
escuchando tu respiración,
que ignoraba todo lo que estaba a mi alrededor. 
Los primeros meses mis amigas 
trataban de no mencionarte,
y mi familia dejó de preguntarme por ti.
Supongo que se dieron cuenta 
de cómo me tensaba al oír tu nombre.
Hace poco escuché que conociste a alguien,
no sentí nada.
Absolutamente nada. 
Pero hasta hoy en día hay algo que no comprendo,
¿Cómo es que después de pasar meses 
queriendo saber todos tus gustos extraños, 
conociendo cada parte de ti 
e intentando entender 
por qué nunca te llevaste bien con tu familia, 
hoy ni siquiera puedo recordar 
las facciones de tu cara? 
Que alguien me explique,
¿Cómo es que después de pasar días 
cantando en voz alta tu canción favorita, 
aprendiéndome la receta 
de ese postre que tanto te gustaba
 y grabando tu olor, 
hoy ni siquiera puedo recordar 
cómo se sentía tu mano en mi mano? 
No puedo entender,
¿Cómo es que después de pasar horas 
repitiendo una y otra vez en mi cabeza tu risa, 
leyendo los mensajes que me mandabas 
cientos de veces 
y memorizando tu voz, 
hoy ni siquiera puedo recordar 
cómo pronunciabas mi nombre? 
Pero, sobretodo,
¿Cómo es que cierta parte de mí 
se alegra de todo esto? 

— m.f. // Me desenamoré de ti para enamorarme de este nuevo mundo. 
Un mundo sin ti. 
Sin nosotros.

martes, 5 de enero de 2016

Intermitencia

Cuando pienso en ti, lo primero que se me viene a la mente son tus ojos; y bueno, tu intermitencia. 
No me querías a tu lado, pero tampoco me querías con nadie más. 
No te quedabas, pero tampoco terminabas de irte.
No me dejabas extrañarte, pero mucho menos olvidarte.
Finalmente llegó un punto en el que de tanto pasar la hoja, la hoja me terminó pasando a mí y me di cuenta que no podía seguir queriendo a alguien que estaba más en mi cabeza que en mi vida. 
Y por fin comprendí que eso no era lo que quería para mí, que tú no eras la persona que yo necesitaba.
Ahora sé que merezco a alguien que siempre me elija, ya no me voy a volver a conformar con ser una simple opción como siempre lo fui para ti.
Pero tengo que aceptar que no todo fue malo; desde que te fuiste y decidí no ir detrás de ti, se me hace más fácil dejar ir.
La verdad es que al final he terminado por acostumbrarme a tu ausencia. 
Te fuiste tantas veces de mis manos, que tarde o temprano tendrías que irte también de mi vida. 
La última vez que nos vimos me dijiste que si no quería estar contigo sólo debía decirlo y yo me quedé callada sin poder decir que simplemente tenía miedo de quererlo demasiado.
Así que ahora estoy aquí escribiéndolo para que lo sospeches pero la duda me proteja y nunca puedas confirmarlo.
Gracias por dejarme ir, probablemente yo no hubiera podido soltarme sola.
Somos eso que se encuentra una vez y se trata de olvidar toda la vida.

— m.f. // Intermitencia